I was a teenage...

Michael Landon me caía bien, tal vez vea esta película.

 I was a teenage liberal (no tan teenage). En medio del increíble revuelo por la imposición de ideologías "progresistas" (así las llaman) caí en una trampa muy peligrosa: tirar la palanca hacia el otro extremo. Convertirme en un joven conservador que defendía cualquier bandera con tal de que se opusiera a la del arco iris. Me volví un consumidor de Agustín Laje, Ben Shapiro y otros jóvenes de derecha creyendo que ellos representaban "el cuadro" perfecto de un militante de los valores y las buenas costumbres.

La vida me mostró lo errado que estaba. Si bien hay cosas que son innegociables, porque son del orden natural y del cristianismo (la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la familia tradicional), no por defenderlas uno está automáticamente del bando correcto. Como muestra de esto podemos ver a un presidente "provida" y "pro familia" que favorece constantemente a los poderosos y perjudica a los marginados. O que es racista y machista. Y por otro lado podemos ver a un presidente pro aborto y pro ideología de género que toma políticas de inclusión, de desarrollo económico en los sectores más vulnerables, acceso a la salud para todos, etc. Entonces, ¿por defender la vida y la familia yo tendría que ponerme del lado del que se desinteresa de los pobres? Ahora veo claro que no. Tampoco debería ponerme del lado del otro, por supuesto, porque estaría yendo en contra de muchos de mis principios. 

Pero es que la vida está llena de grises. No todo es blanco o negro. Hay muchas fallas en ambos extremos, y si tengo que elegir a alguno... me quedo en el medio. Ver lo bueno de cada propuesta y descartar lo malo, lo inmoral, lo hipócrita. Porque es tan hipócrita llamarse provida y dejar olvidados a los que les cuesta justamente "ganarse la vida", como lo es dar ayudas económicas a algunos y garantizar la matanza "legal, segura y gratuita" de otros.

También creo que los extremismos surgen del miedo a estar equivocados o al menos de no tener toda la razón en determinados temas. El miedoso es el que se muestra muchas veces más combativo. En realidad no tiene convicciones profundas, sino una idea (que puede ser buena o mala) a la que se aferra porque teme que si se la quitan tendrá que pensar por si mismo o dar el brazo a torcer.

En resumen, no me caso con ningún extremo y no veo la solución en fanatizarme con cualquiera de ellos. En otros posts ampliaré mi postura.

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