A pocas semanas de la aprobación del aborto en Argentina, hay algunos pensamientos que quisiera compartir.
Evidentemente no vencimos. Las oraciones no cambiaron los corazones confundidos de los que ven el filicidio como algo bueno o indiferente. Tampoco inclinamos hacia la postura provida a los senadores indecisos, esos que a pesar de ser hombres y mujeres maduros aún no decidieron si está bien o está mal asesinar bebés en el vientre materno.
Te comparto mis conclusiones. Pero primero pregunto ¿qué esperás? ¿Un paraíso en la tierra? ¿El triunfo total del bien sobre el mal por medio de sistemas corruptos?
Los acontecimientos "no van bien" si los veo sin fe, porque el país está cada vez peor. Ahora es legal, "seguro" y "gratuito" que las madres maten a sus hijos en gestación, sin importar el derecho a la vida de esa criatura ni la opinión de su padre; en todos los ámbitos hay corrupción; la economía está en crisis; vivimos una pandemia. Pero, ¿qué pasa si miro, con calma, con los ojos de la fe? Pues veo que el triunfo verdadero y definitivo está cada vez más cerca. Que cada centímetro que crece la cizaña entre el trigo acerca el tiempo de la siega. Que todo lo que ocurre nos lleva a un final feliz para los que amamos a Dios.
Es loable defender lo bueno y advertir sobre lo malo, pero ¿hasta cuándo se puede retrasar lo inevitable? Por eso opino que hay que seguir adelante, siendo providas, luchando contra nuestras malas inclinaciones, sembrando la buena semilla en la sociedad, pero sin ansiedad, sin ira y sin frustración ante los reveses del mundo. Porque la cizaña va a crecer más y más... hasta que al final, cuando llegue la siega, va a ser atada en gavillas y arrojada al fuego.
24 Y les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
25 pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.
26 Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.
27 Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?.
28 El les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo». Los peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?».
29 «No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.
30 Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero».
Evangelio según San Mateo 13, 24-30
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