Huye si quieres vivir (parte 2)
En mi búsqueda espiritual e intelectual, cometí tantísimos errores. Tal vez cometa muchísimos más, pero espero que ninguno tan grave como los que escribiré hoy. Te voy a contar sobre dos grupos en los que me metí para aprender más sobre Dios, pero que se encargaron de cerrar mi mente y mi corazón.
El primero, un grupo de estudio bíblico donde la verdad absoluta se encontraba en la interpretación literal de la Biblia. Entre allí a los 20. La evolución y el Big Bang eran malas palabras, ignorando que se puede conciliar la fe cristiana con ambas teorías (de hecho la segunda fue creada por un sacerdote católico, pero bueno... en este grupo los católicos eran "malignos"). Llegué a discutir sobre los fósiles de los dinosaurios, el diluvio, etc., con un fanatismo que me avergüenza. Yo no condeno acá a las personas que creen que el mundo fue creado en seis días literalmente, sino que critico al fanatismo de querer imponer esa interpretación a todas las personas del planeta.
Otra cosa criticable es cómo se apartaban de los evangélicos, los católicos... De prácticamente todos. Actitud sectaria si las hay. "Sólo nosotros tenemos la verdad, los demás en todo caso tienen un poco".
Otra cosa criticable es cómo se apartaban de los evangélicos, los católicos... De prácticamente todos. Actitud sectaria si las hay. "Sólo nosotros tenemos la verdad, los demás en todo caso tienen un poco".
Mi hábito de lectura me fue sacando de ese ambiente cerrado hasta terminar un día, casi sin saber cómo, en una misa católica que cambió mi vida para siempre. Moraleja, leer y cuestionar te libera.
Lo bueno de esta etapa, empecé a sentir un poco más del amor de Jesús, ese que tenía olvidado desde mi primera comunión.
El segundo grupo es un tanto más oscuro. Una cueva de la que costó esfuerzo, muchas lágrimas, muchos golpes salir.
Cuando volví a la iglesia católica, todo era luminoso al comienzo. Fue como volver a casa. Lo que no sabía es que "dentro" de la iglesia hay grupos peligrosos. Inocentemente entré en uno de ellos. Cuando empecé todo iba bien. Yo tenía mi personalidad, mis gustos, mis metas, mis pasatiempos y me sentía amado por Dios. Al poco tiempo mi personalidad se había desdibujado, mis gustos eran los que ellos aprobaban, mis metas las de ellos y mis pasatiempos eran "pecado". No soportaron que yo fuera diferente y me pusieron un director espiritual que enfermó mi mente. Se vieron afectadas todas mis relaciones, todas mis actividades. Me enseñaron cosas muy erradas acerca de cómo defender la fe. Era gente allegada a represores en la dictadura. También llegué a vivir penitencias excesivas, aprobadas por mi director espiritual, cosas no aptas para un principiante como yo.
El Señor no permitió ese mal mucho tiempo, y como sólo El puede hacer, sacó cosas buenas de esa etapa y de cada decisión extraña que yo tomaba. No duré mucho tiempo en el grupo, tal vez año y medio, pero siguieron teniendo influencia sobre mí por bastante tiempo más. Ya no iba más a las reuniones, estaba en desacuerdo cada vez con más cosas de ellos, pero seguían sobrevolando mi vida como un fantasma.
Gente de buen corazón me ayudó a salir de esa cueva. Con el tiempo recuperé todo lo que había perdido.
Hoy no pertenezco a ningún grupo, aunque sigo siendo católico, claro. Todo lo que tiene que ver con una relación con Dios sana, de padre e hijo, me gusta. Pero no tolero que quieran cambiar de mí cosas que no son pecado. Lo malo sí, trato de mejorarlo. Pero lo opinable, lo que es parte de mí personalidad única e irrepetible (como la tuya) eso lo conservo... Y lo custodio con uñas y dientes. Te aconsejo que hagas lo mismo, a no ser que Dios mismo te muestre con claridad que cambies algo (y no por medio de un grupo sectario). Haceme caso, de esos grupos... Huye si quieres vivir!
Lo bueno de esta etapa, empecé a sentir un poco más del amor de Jesús, ese que tenía olvidado desde mi primera comunión.
El segundo grupo es un tanto más oscuro. Una cueva de la que costó esfuerzo, muchas lágrimas, muchos golpes salir.
Cuando volví a la iglesia católica, todo era luminoso al comienzo. Fue como volver a casa. Lo que no sabía es que "dentro" de la iglesia hay grupos peligrosos. Inocentemente entré en uno de ellos. Cuando empecé todo iba bien. Yo tenía mi personalidad, mis gustos, mis metas, mis pasatiempos y me sentía amado por Dios. Al poco tiempo mi personalidad se había desdibujado, mis gustos eran los que ellos aprobaban, mis metas las de ellos y mis pasatiempos eran "pecado". No soportaron que yo fuera diferente y me pusieron un director espiritual que enfermó mi mente. Se vieron afectadas todas mis relaciones, todas mis actividades. Me enseñaron cosas muy erradas acerca de cómo defender la fe. Era gente allegada a represores en la dictadura. También llegué a vivir penitencias excesivas, aprobadas por mi director espiritual, cosas no aptas para un principiante como yo.
El Señor no permitió ese mal mucho tiempo, y como sólo El puede hacer, sacó cosas buenas de esa etapa y de cada decisión extraña que yo tomaba. No duré mucho tiempo en el grupo, tal vez año y medio, pero siguieron teniendo influencia sobre mí por bastante tiempo más. Ya no iba más a las reuniones, estaba en desacuerdo cada vez con más cosas de ellos, pero seguían sobrevolando mi vida como un fantasma.
Gente de buen corazón me ayudó a salir de esa cueva. Con el tiempo recuperé todo lo que había perdido.
Hoy no pertenezco a ningún grupo, aunque sigo siendo católico, claro. Todo lo que tiene que ver con una relación con Dios sana, de padre e hijo, me gusta. Pero no tolero que quieran cambiar de mí cosas que no son pecado. Lo malo sí, trato de mejorarlo. Pero lo opinable, lo que es parte de mí personalidad única e irrepetible (como la tuya) eso lo conservo... Y lo custodio con uñas y dientes. Te aconsejo que hagas lo mismo, a no ser que Dios mismo te muestre con claridad que cambies algo (y no por medio de un grupo sectario). Haceme caso, de esos grupos... Huye si quieres vivir!



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