De corazón y en paz
Circulan algunos mensajes que arengan a la gente para que salga a ayudar en medio de la pandemia. A mí me parece perfecto que se hagan esfuerzos con el fin de aliviar el dolor de los necesitados. Pero hay algo en lo que no concuerdo. Es en el tono de estos mensajes, en lo que se lee entre líneas.
Parece que para estos mensajeros ayudar de determinada manera es lo único que se puede hacer, y los que no lo hacen son cobardes o esclavos. Esto es una forma de discurso que me resulta chocante, porque va contra dos cosas fundamentales: La primera, la libertad de cada uno. El que no quiere ayudar de esa forma puntual tal vez es porque no puede o porque ayuda de otra forma, no tiene por qué ser tildado de cobarde. Lo que se lee entre líneas aquí es "sean como yo, valientes y poderosos, o si no serán unos cobardes". La segunda cosa es el llamado particular de cada persona. No todos estamos destinados a salir a la calle a dar una cobija a alguien que tiene frío, sea porque no tenemos esa cobija o porque nuestra misión en la vida es diferente. No hay que olvidar que el primer deber de una persona es amar y servir a los que le han sido encomendados, y a veces esta labor apenas si deja tiempo para algo más. Tampoco creo que todos podamos hacer lo mismo todo el tiempo, porque no somos máquinas fabricadas en serie. Somos personas creadas, únicas e irrepetibles, cada una con sus dones y su misión determinada.
Lamentablemente, cuando se imponen cosas que uno no está preparado para hacer se corre el riesgo de obtener tres frutos malos por uno bueno que (quiero creer) se intentó conseguir. El fruto bueno es el alivio de la persona que está pasando por una situación difícil. Los tres frutos malos son: La soberbia del que ayuda criticando a los demás, la culpa que genera en el que fue llamado "cobarde" y no supo discernir que el tono de mensaje estaba mal y el quiebre (tal vez no ahora, pero más tarde siempre llega) de la persona que se puso a hacer algo coaccionada; algo que no estaba llamada a hacer y que no tenía los dones para hacerlo bien. El primero es problema del mensajero, los otros dos pueden causar gran daño en el alma. El segundo paraliza, angustia y preocupa. El tercero ocurre en asociaciones religiosas o en movimientos sociales, y puede arruinar la salud mental de una persona. Testimonios sobran.
Respecto a "ayudar a toda costa", en mi opinión es mejor dejárselo a alguien más si no vas a hacerlo de corazón o si tenés rencores, odios o defectos graves que causen heridas y división. Es muy común creer que uno va bien por el camino cuando está haciendo lo que más le gusta, pero esto no siempre es así. Desde el punto de vista de la devoción, un santo lo explica mil millones de veces mejor que yo. Leamos a San Francisco de Sales:
Parece que para estos mensajeros ayudar de determinada manera es lo único que se puede hacer, y los que no lo hacen son cobardes o esclavos. Esto es una forma de discurso que me resulta chocante, porque va contra dos cosas fundamentales: La primera, la libertad de cada uno. El que no quiere ayudar de esa forma puntual tal vez es porque no puede o porque ayuda de otra forma, no tiene por qué ser tildado de cobarde. Lo que se lee entre líneas aquí es "sean como yo, valientes y poderosos, o si no serán unos cobardes". La segunda cosa es el llamado particular de cada persona. No todos estamos destinados a salir a la calle a dar una cobija a alguien que tiene frío, sea porque no tenemos esa cobija o porque nuestra misión en la vida es diferente. No hay que olvidar que el primer deber de una persona es amar y servir a los que le han sido encomendados, y a veces esta labor apenas si deja tiempo para algo más. Tampoco creo que todos podamos hacer lo mismo todo el tiempo, porque no somos máquinas fabricadas en serie. Somos personas creadas, únicas e irrepetibles, cada una con sus dones y su misión determinada.
Lamentablemente, cuando se imponen cosas que uno no está preparado para hacer se corre el riesgo de obtener tres frutos malos por uno bueno que (quiero creer) se intentó conseguir. El fruto bueno es el alivio de la persona que está pasando por una situación difícil. Los tres frutos malos son: La soberbia del que ayuda criticando a los demás, la culpa que genera en el que fue llamado "cobarde" y no supo discernir que el tono de mensaje estaba mal y el quiebre (tal vez no ahora, pero más tarde siempre llega) de la persona que se puso a hacer algo coaccionada; algo que no estaba llamada a hacer y que no tenía los dones para hacerlo bien. El primero es problema del mensajero, los otros dos pueden causar gran daño en el alma. El segundo paraliza, angustia y preocupa. El tercero ocurre en asociaciones religiosas o en movimientos sociales, y puede arruinar la salud mental de una persona. Testimonios sobran.
Respecto a "ayudar a toda costa", en mi opinión es mejor dejárselo a alguien más si no vas a hacerlo de corazón o si tenés rencores, odios o defectos graves que causen heridas y división. Es muy común creer que uno va bien por el camino cuando está haciendo lo que más le gusta, pero esto no siempre es así. Desde el punto de vista de la devoción, un santo lo explica mil millones de veces mejor que yo. Leamos a San Francisco de Sales:
"Aurelio pintaba el rostro de todas las imágenes que hacía según el aire y el aspecto de las mujeres que amaba, y cada uno pinta la devoción según su pasión y fantasía. El que es aficionado al ayuno se tendrá por muy devoto si puede ayunar, aunque su corazón esté lleno de rencor, y mientras no se atreverá, por sobriedad, a mojar su lengua en el vino y ni siquiera en el agua-, no vacilará en sumergirla en la sangre del prójimo por la maledicencia y la calumnia. Otro creerá que es devoto porque reza una gran cantidad de oraciones todos los días, aunque después se desate su lengua en palabras insolentes, arrogantes e injuriosas contra sus familiares y vecinos. Otro sacará con gran presteza la limosna de su bolsa para darla a los pobres, pero no sabrá sacar dulzura de su corazón para perdonar a sus enemigos. Otro perdonará a sus enemigos, pero no pagará sus deudas, si no le obliga a ello, a viva fuerza, la justicia. Todos estos son tenidos vulgarmente por devotos y, no obstante, no lo son en manera alguna."Nada más que agregar. Hagamos en paz lo que hay que hacer. Yo hago mi parte, vos la tuya.


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